Hablamos con Manuel Costiña sobre la reapertura

No perder la ilusión y seguir mejorando, esos son los pilares en los que Manuel sustenta su actitud frente a la situación que estamos viviendo. “Mientras otras personas aprovechaban el tiempo durante el confinamiento para poner bonitas sus casas, yo hice lo mismo, poner bonita la mia” y así fue como el cocinero dedicó estos meses de estar cerrados a seguir mejorando el Retiro da Costiña para que su casa esté aún más bonita el próximo 23 de junio, cuando abra sus puertas.

Y son muchas las novedades de las que tanto los comensales como el equipo del Retiro van a poder disfrutar: ajardinamiento completo, una cocina de fondos, vestuarios, almacén seco, iluminación nueva en el comedor y techos absorbentes de sonido, renovación de hornos, nevera de quesos, la instalación de un ascensor más, la renovación de las máquinas de café y la preparación de una planta de un edificio que se encuentra a 125 metros del restaurante y que va a funcionar como residencia para los talleres del Costiña, para alojar a los alumnos y a los trabajadores que necesiten quedarse allí en algún momento.

“Cada año o cada dos años, en cuanto tenemos un momento de descanso, analizamos que podemos cambiar para trabajar nosotros mejor y para que el cliente pueda disfrutar más. Hay un sentimiento de inconformismo, siempre estamos pensando donde podemos hacer nuestra apuesta por mejorar». Y esto les viene de lejos, desde que los padres de Manuel decidieron darle un giro de 360 grados al Retiro da Costiña, regentado de aquella por su abuelo, una casa de comidas totalmente tradicional en la cual se bebía en cuncas de vino. Gracias a los cambios hechos por el padre de Manuel y su privilegiada situación, siendo la primera casa de comidas al entrar en Santa Comba, de camino a la Costa da Morte, rápidamente empezó a llenarse de turistas. Turistas que se convirtieron en referidores del restaurante y que hicieron que el Retiro da Costiña sea, a día de hoy, conocido a nivel internacional.

Se suma a todo esto que el Retiro da Costiña siempre fue un restaurante de servicios, de invertir en encontrar soluciones, “¿que surge la ley del tabaco? pues montamos un club de fumadores; ¿para evitar que la gente conduzca? ofrecemos un servicio de recogida de clientes”. Y por eso ahora, debido a que un 40% de su clientela es internacional y un 30% nacional, se están planteando un nuevo proyecto: ofrecer alojamiento cerca del restaurante, ya que muchos de estos clientes lo demandan y además de esta forma “podemos ampliar la experiencia gastronómica a la experiencia de pasar allí la noche y desayunar al día siguiente”.

A mayores de estos cambios en el local, durante estos meses todo el equipo ha trabajado para mejorar la oferta gastronómica; por ejemplo, Hugo, el sumiller estuvo haciendo un trabajo de investigación revisando bodegas que quieran incorporarse a la carta, el pastelero estuvo reformulando ideas de helados, etc. “Tenemos que intentar ser mejores y ofrecer cosas diferentes y de mayor calidad. Galicia tiene productos exclusivos, hay que apostar por esto. Cada día hay que ser mejor o por lo menos intentarlo”.

Hoy en día la gente demanda experiencias y esto es algo que tienen muy claro en el restaurante de Santa Comba donde se preocupan de que parte de esa experiencia sea acudir al destino y sentirse especial. “ Necesitamos nuestros momentos de ocio y ahora la gente va a ser selectiva. Yo voy a intentar hacer mucho mejor lo que estaba haciendo y que mis clientes se sientan lo más a gusto posible. La gente necesita disfrutar y desconectar.”